geli brotons

ALMA SOLIDARIA

Como ella reconoce –«hablar de Geli es hablar de todas las personas que la han acompañado desde el principio de su vida».

Nació en 1956 dentro de una familia típica de aquellos años. Su padre de origen agricultor con apenas tres años ya era un niño que trabajaba en el campo y su madre fue una de las pocas mujeres que pudo acceder a unos estudios profesionales en una época donde la mujer no tenía acceso a la educación.

La familia de su padre, liderada por un patriarca muy severo y una madre ciega, crio al padre de Geli como “niño trabajador “. Un maestro acudía a su casa del campo para enseñar a los chicos las cuatro reglas básicas y lo hizo por un periodo de unos tres meses. Geli siempre ha considerado que tuvo un padre muy inteligente porque con tan pocos estímulos y medios para alcanzar una autonomía a través de la educación, la consiguió en tan escaso periodo de tiempo.

Su madre ya pudo acudir a la Escuela Ripolles donde hizo sus estudios de lo que hoy por hoy podrían ser un grado en empresariales. Pero victima de la época, una vez finalizados sus estudios, su padre (abuelo de Geli) decidió que Corte y Confección era lo que tocaba. Tuvieron la fortuna de poder iniciar un camino en común en 1955 y con ayuda de sus abuelos maternos pudieron desarrollar su actividad laboral en la ciudad. El padre de Geli fue molinero y ese fue su apodo desde entonces: Manolo “el molinero”.

Ya en Elche la industria del calzado estaba en auge y gracias a una buena cosecha de algodón, su padre consiguió unos dinerillos que pensó que podía invertir en esta industria, a pesar que en esos momentos solo sabia del zapato que eran un par, uno para cada pie. Buscó amigos que le ayudaran, y entre su valentía y la sabiduría y conocimientos de su madre, en 1961, cuando Geli contaba con apenas cinco años surgió la firma Angisa que se dedico a la fabricación de zapatos vulcanizados, básicamente los colegiales.

LA FABRICA SE CONVIRTIÓ EN MI ZONA DE JUEGOS

Por aquel entonces las pequeñas fabricas coexistían con los hogares, así que bajo de casa de Geli estaba la fábrica de sus padres. De esta manera la fábrica se convirtió en su zona de juegos.

Reconoce que no fue una estudiante modelo porque su aspiración era terminar pronto las clases en Las Carmelitas para ir a la fabrica a realizar cualquier trabajo que pudiera hacer.

Ya con 16 años tenía muy claro lo que quería hacer, pero su carrera profesional o iba a ser un camino de rosas, ya que el mundo de la industria zapatera estaba dominada por los hombres. Aún así persistió en el empeño y pudo ocupar un puesto en la empresa familiar pero siempre amparada por los hombres de mi familia. Su padre fue uno de los primeros exportadores de calzado y empezó a viajar a las diferentes ferias internacionales con él. Ya con el tiempo pudo hacerlo sola. Recuerda su primer viaje a Japón, – casi 24 horas de viaje entonces-, en la plena soledad que tiene que hacerlo una mujer.

Tuvo muchas trabas, y reconoce que casi todas vinieron por personas de su propio sexo que en definitiva se podían permitir juzgar que una mujer viajase sola defendiendo su negocio. Fue duro para ella pero reconoce que estas experiencias la fortalecieron y forjaron la persona que es hoy. Ser mujer en un mundo de hombres es duro, pero ser mujer en un mundo de hombres con otras mujeres que te juzgan es mucho más duro.

-«Hay infinidad de momentos en que pienso que las mujeres son el peor enemigo de las mujeres y me gustaría explicar esto: porque ¿cuántas mujeres no se han sentido juzgadas por compañeras del mismo sexo?»-.

Geli llama a la SORORIDAD, el apoyo entre las mujeres para hacer que sean mucho más fuertes y el mejor camino para una vida de igualdad respetando y viviendo la diferencia.

Geli es una persona autodidacta, diseñadora y lo es por vocación. Diseña su propia línea de calzado con una marca propia que nació en el mismo año 1961 Rovers, una marca reconocida a nivel internacional y de la que se siente muy orgullosa.

En el año 1996 percibe en su vida un gran vacío y una necesidad de ser madre y convencida de que sus hijos están en algún lugar del mundo inicia los trámites de adopción de los que ahora son sus hijos.

Ironías del destino es que la suerte la lleva a México, y concretamente a Guanajuato, que es una zona de tradición zapatera. En  1998 llegan sus hijos, Manuel Felipe y Matías Gabriel. Primeros hijos, primeros nietos y primeros sobrinos. Felicidad plena. Con el crecimiento de sus hijos la realidad se impone y llega a su vida la discapacidad, ya que los dos  son personas con discapacidad intelectual.

Llega la dureza de la realidad, la ruptura de las ilusiones de continuidad en  el trabajo, la incertidumbre por el futuro, la búsqueda de salidas para ellos. Noches negras, muy negras. Así en tantas noches de desvelo nace la idea de crear una Fundación que pueda ser el amparo y futuro para sus hijos y todos lo que son como ellos.

Así nace Defora, el proyecto más arriesgado, emocionante, atrevido y el más gratificante que ha realizado en su vida. Y gracias al apoyo de toda la familia en especial de Isabel que con generosidad, valentía y empuje deja todo para dirigir y liderar este hermoso proyecto.

Defora es un espacio donde personas con discapacidad psíquica están aprendiendo una profesión que es, como no, el trabajo zapatero. Pero realmente es mucho más que eso porque es un espacio desde el que se intenta fomentar al máximo la autonomía  de estas personas para puedan vivir de forma independiente en pisos tutelados. El último fin de Defora es que el centro sea el hogar para aquellos que lo necesiten.

Defora es una familia paralela que interactúa en un entorno privilegiado donde conviven 8 horas juntos cada día y donde no hay un equipo directivo propio, ni personal docente, ni usuarios al uso tradicional. En Defora todo funciona como una familia real.

Geli no concibe Defora como algo impersonal y esta manera de entenderla se refleja en la satisfacción y felicidad de sus usuarios y la que también transmiten las familias que han pasado por las mismas noches oscuras.

Muchas entidades han creído en Defora y en su sistema de trabajo. El apoyo de Ayuntamiento de Elche, el Parque Empresarial, empresas como Cartonajes Peral, de la policía local a través de la Transilicitana, la generosidad de la escuela de idiomas de Esther Martínez, del Huerto Social de Alicante, de voluntarios que generosamente han regalado su tiempo y sabiduría a la Fundación Defora. Dentro de todo este apoyo hay que hacer una mención especial a la Fundación Juan Peran-Pikolinos porque desde el principio creyeron en el proyecto y sobre todo lo hicieron posible.

El símbolo de Defora son dos corazones, uno verde e invertido que reclama ESPERANZA, y nuestro corazón rojo repleto de color que nos marca el camino. El trabajo por hacer es mucho en Defora y toda ayuda ofrecida es bien venida para seguir creyendo en que un futuro diferente es posible.

«Soy Geli Brotons.  Soy hija, madre, hermana, tía y presidenta de lo mejor que he creado en mi vida.

Soy lo que soy porque tuve detrás de mí un buen abono: unos padres emprendedores, un padre valiente y arriesgado, una madre inteligente y sabia y unos hijos que me han aportado amor y entrega y sobre todo valentía. Valentía para luchar por ellos y por todos aquellos que son como ellos».

Soy lo que soy porque tuve detrás de mí un buen abono