Ironías del destino es que la suerte la lleva a México, y concretamente a Guanajuato, que es una zona de tradición zapatera. En 1998 llegan sus hijos, Manuel Felipe y Matías Gabriel. Primeros hijos, primeros nietos y primeros sobrinos. Felicidad plena. Con el crecimiento de sus hijos la realidad se impone y llega a su vida la discapacidad, ya que los dos son personas con discapacidad intelectual.
Llega la dureza de la realidad, la ruptura de las ilusiones de continuidad en el trabajo, la incertidumbre por el futuro, la búsqueda de salidas para ellos. Noches negras, muy negras. Así en tantas noches de desvelo nace la idea de crear una Fundación que pueda ser el amparo y futuro para sus hijos y todos lo que son como ellos.
Así nace Defora, el proyecto más arriesgado, emocionante, atrevido y el más gratificante que ha realizado en su vida. Y gracias al apoyo de toda la familia en especial de Isabel que con generosidad, valentía y empuje deja todo para dirigir y liderar este hermoso proyecto.
Defora es un espacio donde personas con discapacidad psíquica están aprendiendo una profesión que es, como no, el trabajo zapatero. Pero realmente es mucho más que eso porque es un espacio desde el que se intenta fomentar al máximo la autonomía de estas personas para puedan vivir de forma independiente en pisos tutelados. El último fin de Defora es que el centro sea el hogar para aquellos que lo necesiten.
Defora es una familia paralela que interactúa en un entorno privilegiado donde conviven 8 horas juntos cada día y donde no hay un equipo directivo propio, ni personal docente, ni usuarios al uso tradicional. En Defora todo funciona como una familia real.
Geli no concibe Defora como algo impersonal y esta manera de entenderla se refleja en la satisfacción y felicidad de sus usuarios y la que también transmiten las familias que han pasado por las mismas noches oscuras.